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Coconut Daimon vs CoCovid-19

Fotografías y texto por: Juan Machín


La leyenda de Coconut Daimon comienza, como todas las buenas leyendas de la Lucha Libre, con un secreto: nadie sabía (bueno, casi nadie, en realidad) quién se ocultaba tras la máscara. Lo que todo mundo sabía era que la pandemia del Covid-19 encarnaba su némesis.


Fotografía por Juan Machín

Juan Machín era el único quién sabía que detrás de la máscara había estado Gabriela Miranda, una simpática y gentil joven que trabajaba en un centro cultural muy conocido de Cuernavaca. Centro que, como muchos otros negocios, a causa de la cuarentena debió cerrar sus puertas definitivamente y, por lo tanto, Gabriela quedó desempleada.


Fotografía por Juan Machín

Unos meses antes, Gabriela y Machín habían hecho algunas sesiones de fotos con el tema de la Lucha Libre, pues ambos eran muy aficionados e, incluso, Gabriela era luchadora amateur. Ante la complicada situación económica, Juan le propuso a Gabriela vender sus fotos entre los luchadores y público en general. Decidieron que sería Coconut Daimon, porque en la primera serie habían tomado como tema precisamente los cocos. Ante el espectacular éxito en la venta de fotos, realizaron algunas sesiones más, grabaron algunos videoclips y hasta comenzó a circular un cómic.


Fotografía por Juan Machín

Coconut Daimon se volvió todo un fenómeno en las redes sociales, al grado que una importante empresa productora les propuso realizar un reality show. La idea central del programa era que diferentes luchadores se enfrentaran entre sí, y quienes fueran resultando ganadores pasarían a formar parte del harem de Coconut Daimon. Sin embargo, uno de los luchadores sería, ni más ni menos, CoCovid-19, el mismísimo enemigo de Coconut Daimon. CoCovid-19 emplearía la máscara de otro luchador para no ser reconocido y el reto era que el público le descubriera antes de que se colara en el harem de Coconut Daimon, con todas las consecuencias malignas imaginables.



El programa fue un éxito y alcanzó dos temporadas. Sin embargo, Coconut Daimon se enamoró de uno de los integrantes de su harem y huyó con él a una isla del Caribe. Machín no quiso perder todos los beneficios que el personaje le estaba proporcionando y, mucho menos, enfrentar las consecuencias de incumplir con el contrato firmado con la productora. Así que, el día de la grabación del siguiente programa, se enfundó con un brillante traje negro de latex, se ajustó en el pecho unos cocos con un sujetador, y se colocó la máscara de Coconut Daimon. Mientras pudiera, suplantaría al personaje para el programa.




En cuanto al harem, en su momento, ya vería cómo se las arreglaría.


 

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