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HABRÁ UNA LUZ: LOS BLIND BOYS OF ALABAMA, (Y OTROS CIEGOS INOLVIDABLES)


Hay países enteros de tuertos, donde los ciegos son rey, y en la música, de la misma forma, muchos invidentes han hallado un lugar seguro, un refugio de la tormenta, contra el inclemente destino de la oscuridad y el olvido, hasta alcanzar el reino de los artistas inmortales. Así que, antes de enumerar una larga lista de músicos ciegos, así como de artistas y obras con la oscuridad como referente, déjenme hablarles de un disco excelente de rock-gospel-blues a cargo de Ben Harper y los Blind boys of Alabama, que reúne a tres de los ciegos mas veteranos, con uno de los rocanroleros negros más actuales, auténticos y talentosos que la naturaleza no ha dado, en estos cybernéticos tiempos. Se trata de There Will Be A Light (2004), el disco donde Harper, hace un sentido y merecido tributo a los míticos “Niños Ciegos” de Alabama, uno de los conjuntos de gospel más viejos de la historia, por el cual han desfilado muchos cantantes con incapacidad visual.



En aquel año, el 2005, sacaron dos discos (para demostrar que a los ochenta, aún eran más prolíficos que nunca). Uno de ellos se llamó God Will Bless You, y el otro Atom Bomb, que por cierto incluye a Billy Preston en el órgano y algo de rap de Blackalicious, en la canción “Demons” y “Moses”. Y hay dos bandas de nombre muy similar, para su información, pues existe otra más, llamada The Five Blind Boys Of Missisippi, de puro cegatón rivereño.




Pero para no perderme, enfoquémonos en este excepcional disco de Ben Harper, quien después de aparecer en dos álbumes de Los Blind Boys of Alabama, finalmente sacó un álbum de larga duración con ellos. Incluyó once piezas, todas muy buenas, pero destacan “Take my Hand”, “Church House Steps”, y la que da nombre al disco. Si se gusta del blues-soul-gospel-rock, mezclados mágicamente, este trabajo de Ben Harper y Los Blind Boys es imprescindible. Son canciones originales del Harper, en general, pero hay una tradicional “Satisfied Mind”, y otra de Bob Dylan: “Well, Well, Well”, homónima, por cierto, de otra más gritona de San Lennon. En todas ellas, Ben y Los Niños Ciegos de Alabama cantan como reloj suizo, como si fueran compañeros de toda la vida, son lo más natural del mundo, sus cantos y armonías, entre las voces de todos que se suman como una pequeña orquesta vocal. Ahí escuchamos al veterano Clarence Fountain, el único original de los Boys que formaron la banda en 1940. En fin, está de lujo, para aquellos que gusten del góspel afroamericano, o busquen redimirse con un cristianismo más prendido, que el desangelado coro de su parroquia.



Eso nos lleva al final del recorrido, que no daré por terminado sin antes referirme a una larga lista de artistas y obras relacionadas con este padecimiento tan cruel, que a veces parece cernirse sobre la humanidad entera (como en el Ensayo sobre la ceguera de Saramago), la cual, quizás terminará siendo guiada por ciegos, según los choros del apóstol san Juan, en el libro del Apocalipshit, ese tremendo poema profético, al final de la Biblia. Lo cual me recuerda, para empezar, el soundtrack que realizó sir Mick Jagger para la película Alfie (en el 2005), con un tal Dave Stewart y la mamacita Joss Stone, que está chido, si uno aprecia esta nostalgia, pero viene a colación por una buena rolilla llamada “The Blind Leading the Blind” (“Los ciegos guiando a los ciegos”), que mucho recuerda lo mejor de Jagger como solista, en el Wandering Spirit, aunque nunca será igual a los recién resucitados Rolling Stones.



Más, continuemos, pues no podemos dejar de nombrar al menos, a otros bluseros ciegos, todos virtuosos en su instrumento, que la historia recuerda, a parte de los ya antes mencionados Blind Boys de Alabama, y Blind Willie Johnson, Blind Willie Mctell, Blind Lemon Jefferson, y desde luego Stevie Wonder y Ray Charles, ya reseñados en los capítulos anteriores, están también: Blind Joe, Blind Blake, Blind Log, Blind Pete, Blind “Pig” Label, Blind Joe Taggart, Blind Boy Fuller, Sonny Terry y Arizona Dranes, un millón de gracias a todos ellos, por darle ese color azul brillante, al primitivo embrión del Rocanrol.



¿Y por qué detenernos ahí? en música del mundo, o world, debe haber también cientos de ciegos, pero entre ellos, me informa la concurrencia familiar, están Amadou y Mariam, desde África y Arabia, o Arsenio Rodríguez “el ciego Maravilloso”, compositor cubano en el cual se inspira Manuel “Guajiro” Mirabal, para su disco con el Buena Vista Social Club (vaya ironía), que llegó hasta mis manos (como todos estos discos) gracias a mi jefe, y a la buena onda de discos Corasón México, quienes muy amablemente se lo rolaron...



¿Quieres más?: en la música clásica, Juan Sebastián Bach, terminó ciego, y Joaquín Rodrigo (el de “Concierto de Aranjuez”), lo fue de nacimiento. Aunque, desde luego, todos tendrán que quitarse el sombrero siempre con el jefe Beethoven, que cámara, sordo, eso si está cabrón.

Y en la literatura, otro tanto, ya sabrán: Jorge Luis Vórtex, perdón, quise decir Jorge Luis Borges, también acabó bien cegatón, y escribió sobre esto en su libro de ensayos Siete Noches, por dar sólo un ejemplo; Y ya pensando en ciegos célebres de la literatura universal, no olvidemos Tiresias, el ciego que veía el futuro en la mitología griega, y Homero, el de la Odisea, terminó ciego, lo mismo que Edipo, quién se arrancó los ojos por cogerse a su jefa y quebrar a su jefe, chale; y Marianela de Benito Pérez Galdós, o “El Informe de ciegosde Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato; en ciencia ficción, La persistencia de la visión, de John Varley, y como ya mencioné atrás, el Ensayo sobre la ceguera de Saramago.



Órale pues, ya tenemos tarea, y deténganme, por que también está mi cómic favorito de la infancia, Diabólico (o Daredevil, según la película pocha), el abogado ciego que, con sus otros sentidos súper-expandidos, combate villanos sin ton ni son. Pero hablando de villanos, como olvidar al pesadillesco Miguel Inclán, en Los olvidados, con sus frases célebres: “Piedaaad, piedad para un pobre ciego…”, o: “Ya cayó uno, así irán cayendo todos, ¡ojalá y los mataran antes de nacer...!”, y “El Ojitos”… ¡Qué apodo tan sin chiste te pusieron!”; O qué me dicen del aquel anciano chino, que musicaliza una de las asombrosas peleas circenses en la película El Héroe (Hero, 2002, de Zhang Yimou, un auténtico heredero de Akira Kurosawa); o el episodio de la guerrera ciega, que casi acaba con Jin y Mugen, los héroes de una asombrosa serie de animación japonesa: Samurai Champloo...



Así que Abre los ojos, camarada, como dice Amenábar, y recuerda las profecías del Tiresias negro, que los hermanos Cohen reinventaron para su magnífico homenaje al viejo country y el blues, en su genial película: Oh hermano, ¿dónde estás? (2000), en la cual, un viejo ciego, vagabundo del ferrocarril, nos predice una Odisea con final feliz, recordándonos: “No teman a los obstáculos en el sendero, pues el destino les ha asegurado una recompensa; y aunque el camino serpentee, y sus corazones desfallezcan, aún así deberán seguirlo, incluso, hasta que encuentren su salvación”. Pues les aseguro, que para quienes perseveren en el camino dorado del rocanrol, “Habrá una luz”, al final de este túnel oscuro, entre fiebres de contagio viral y ceguera colectiva… Amén, hermanos.


 

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