top of page

Entre lo Oculto y lo Confuso

Más grave que el Velo detrás el cual se esconde el Misterio del Ser en la Realidad, es el velo que el hombre le pone a sus semejantes. Incluso un estudio pasajero y un análisis pequeño mostrarán que al que busca entender con profundidad su propia condición se le ofrecen dos diferentes ejes de conocimiento: el exotérico y el esotérico. Lo esotérico es lo perteneciente a un grupo de iniciados, especialistas, normalmente con lenguaje interno, mientras lo exotérico es lo accesible para cualquiera. Históricamente, si una persona era privilegiada por la casta o la fortuna, el conocimiento privado se le era compartido, mientras a la masa, a los mal juzgados vulgo, el conocimiento se les privaba y, cual juego de prestidigitación, el Misterio era aún mayormente escondido detrás de falsos significados. Los símbolos permanecían, pero la narrativa cambiaba. A veces esto era defendido con el argumento principal de que el conocimiento es poder y que el poder requiere una responsabilidad que la mayoría no está dispuesta a afrontar. Este discurso tiene extensiones hasta políticas, en el manejo de lo que hemos llamado democracia, en donde tal pareciera que la gobernanza es un affair privado. “El hombre no se sabe regir”. Pero eso es tema para otra ocasión.


Por el momento, me gustaría concretarme a exponer unas cuantas meditaciones sobre aquello que se le ha llamado “lo oculto”. Que algo se oculte no quiere decir que sea valioso. Si se habla con diferentes ocultistas, todos darán unas filosofías distintas, e incluso en las pertenecientes a un mismo ramo, todos manejarán diferencias, hasta llegar a la contradicción y oposición. Esto es normal pero ilustrativo, ya que si realmente hubiera un conocimiento tan valioso que debe ser ocultado, pareciera que le es oculto incluso a la mayor parte de ocultistas. Dicho de otra forma, o incluso hay esoterismos dentro del esoterismo, o el esoterismo es universalmente exotérico por naturaleza.


Ilustración de M.C. Escher

Hablando con miembros del ocultismo queda en claro el increíble atractivo que proviene de pensarse dignatario reservado de un conocimiento secreto y elitista; sin embargo, en el juego entre la soberbia y la honestidad, parece que los dogmatismos de siempre no han perdido la apuesta. El Iniciado, creyéndose libre de los dogmas exotéricos, cae en la ignorancia de nuevos rituales y dogmas, de los cuales bebe gustosamente porque cree que son la clave del conocimiento. Escritos presentados como antiguos dictan saberes y ritos, accesibles sólo al Iniciado que continuamente avanza en el orden establecido, mas ¡quiénes sino los historiadores más doctos entre nosotros podrían asegurarnos de su autenticidad? En el juego de la teatralidad, de la cual ciertamente no soy crítico, se mantiene la ilusión de que lo que está recibiendo el Iniciado es certero, único, e inaccesible por otros medios.


Y es así, como pasa con mucha sabiduría, que los conceptos se repiten, en una espiral tal vez infinita. El Iniciado esotérico es velado dentro de grupos esotéricos, se vuelve el exotérico peleando por su rango, por su deseo de saber; se vuelve, una vez más, el de afuera tocando a la puerta, esperando que le dejen entrar. ¿Cuántas vueltas tendrá que dar en ese laberinto hasta llegar al centro? ¡Quién sabe! Sin embargo, ¿cómo podrá estar seguro de su propio esoterismo? Y es que la respuesta no podrá estar afuera, sino dentro. Si la respuesta estuviese afuera, nunca podría estar seguro de ello. Siempre habrá un discurso más esotérico, un mayor conocimiento, una nueva vuelta de la espiral. Su propio conocimiento y su propio esoterismo estarían permanentemente entrecomillados.



Dejando de lado el aspecto más obvio de la dicotomía exo-esotérica, me gustaría proponer la idea de que ésta aplica en casi todos los ámbitos del saber humano, de formas normalmente insospechadas. El caso por excelencia es el ámbito militar pues el discurso abierto reconoce que somos los civiles, pertenecientes a una clase distinta, y que el conocimiento debe ser velado a través de protocolos de fuerza legal, para nuestro propio bien. Independiente de los méritos de esa idea, me parece evidente que, por común acuerdo, al civil se le mantiene a oscuras sobre las operaciones militares, cuya única información será a través de comunicados pre-aprobados de inminente calidad exotérica.



Un caso probablemente muy controversial pero que quiero manejar de forma neutral es que el conocimiento de la ciencia es, al menos formalmente, esotérico. Uno tiene que cursar por años dentro de centros selectos, graduarse ritualmente a círculos de mayor y más especializado conocimiento. El lenguaje que se usa es inaccesible para el que no ha sido iniciado. Tomemos como ejemplo la abogacía: para una persona común y corriente, el navegar dentro de todo el sistema de derecho sería imposible, necesita la preparación particular del abogado para desmarañar el idioma legal, aunque el lenguaje formal sea el de uso común. Esto ocurre en todas las ramas de especialización.


Caso notable, también, es el de la política. Bien se sabe que detrás de cada candidato hay varios equipos, una docena de intereses y un centenar de tratos. Sin embargo, en la mesa de negociación, nosotros los civiles nos sentamos en el rincón. Como campaña de productos, lo importante son las apariencias, los discursos. A veces, parecería que eso tampoco es tan importante, pues las agendas privadas se benefician de la polaridad, especialmente en intereses geopolíticos mayores. Un ejemplo interesante es la agenda de política exterior de EUA(compuesta en sí por varios diferentes intereses) y México.



Independientemente del personaje que ocupe la silla presidencial, va a tener éste que modular sus propias políticas y contender con aves de rapiña: Goldman Sachs, BlackRock, FMI, Soros; después sigue el águila mayor, el complejo multifacético de EUA; después entran en juego agentes internacionales de gran importancia pero secundaria en relevancia con nuestros vecinos. Y bien puede ser que en los aires haya mayores depredadores, con nuevos paradigmas cambiantes, alianzas y traiciones, el dragón mitológico podrá estar surcando los cielos. Por el otro lado: estamos nosotros, los civiles que pertenecemos a la clase exotérica, y el discurso de los grandes movimientos nacionales e internacionales que obedece a mayores fuerzas que el simple humanismo.


Ilustración de M.C. Escher

Entre tantas puertas cerradas y mesas redondas, ¿qué nos queda a los mortales más que despegar la vista de los pies y buscar leer la dirección de los vientos? De menos, sacudir el polvo de las rodillas y reconocer que hay más respuestas dentro que afuera.


 
0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page